lunes, 23 de abril de 2012

Sant Jordi

         Faltaban unos días para que llegara el momento en que la ciudad se bañara en un color rojizo y un aroma a páginas nuevas, pero una pequeña ya soñaba con la intensidad que desprende una rosa, una rosa que no llegaría, al menos cuando le correspondía.


         Mientras soñaba, esa rosa se disimulaba entre las demás, pues deseaba llegar donde le correspondía y no acabar en otro lugar. Ella no entiende de fechas, de que fuera un sábado cualquiera o el día en que se suponía que debía salir de allí, ella solo entiende de sensaciones, ella solo sabe las alegrías que provoca días normales, ya sea un martes o un 14 de febrero, para ella es todo igual.

         En el momento apropiado, la sacaron de su ensimismada espera, para transportar Sant Jordi a uno de esos días cualquiera que tanto le gustan, y hacer llegar a esa pequeña persona, que ya resignaba de que ella llegara, la magnífica sensación que sabía traer con ella.

         Por otro lado, otra pequeña flor se escabullía de la ciudad condal buscando más tierras que inundar de este sentimiento, y llegar a tiempo para poder alegrar a quien ni se lo esperaba. Tras cruzar el país esperaba ansiosa a que la recogieran y la llevaran con quien ella deseaba. Y así, justo el día que debía ser, Sant Jordi, llego a Andalucía para trasladar a alguien un poco más cerca de su tierra.