jueves, 28 de julio de 2011

Camino de Santiago


Damos el primer paso, empieza la aventura que nos marcara...

Parece duro, es duro. Cuando hace calor, cuando la subida no termina, cuando tu compañero sufre, cuando se te cargan las piernas bajando una cuesta. ¿Y qué? Después del calor llegaba la esperada ducha, al final de la subida recibias la satisfacción de haberla subido, el sufrimiento de tu compañero se convertia en orgullo de superación y sin esa cuesta abajo no daría tanto placer quitarse las botas.

Y llegas un día al albergue, buscas tu cama y no piensas que al intentar ayudarte una chica sera el principio para conocer a grandes personas. Llegaran risas, muchísimas, y aún más. Momentos que dificilmente se olvidarán. Interminables partidas de cartas, juegos que no conocía, intentos de suicidio desde la litera...

5 días esperando para llegar a ese cartel: Santiago, donde no pensé que nos fuéramos a sacar una foto tanta gente junta. Entrar por la ciudad emocionados, radiantes. Encontrarnos con otras compañeras de viaje, entrar todos triunfales en esa plaza, frente a la catedral, y aunque había ampollas y dolores, la sonrisa no desaparecía de ninguno. Momentazo de pasillito a "Corian" y fotón TODOS juntos a los pies de nuestro destino.

Ahora llegaba lo que esperaba desde el primer paso, pero que hubiera aplazado por seguir caminando todos juntos: la fiesta. Tres noches que siempre recordare.

La noche de la llegada fue genial. Copas entre unos arboles, viendo los fuegos artificiales, conociéndonos, noche que se alargaría mucho, por supuesto con muchas risas.

Al otro día cenita, para luego ver un espectáculo de luces alucinante. Decidimos tomarnos la última, que como dije, seria la penúltima. Cervecitas que salían frías de un carro de la compra a las 3 de la madrugada mientras cantábamos las canciones que nos animaron en el camino y alguien incluso se animaba a bailar (más tarde se arrepentiría), hasta darnos cuenta que una guitarra amenizaba la noche rodeada de gente. Noche que acabo con despedida, y consiguiendo haber oído la canción del "elefante" cantada por otro grupo.

Para despedir Santiago que mejor que volver a ver el espectáculo de luces, con frío, pero merecía la pena. Después sentarnos a ver un concierto que nos obligo a darlo todo bailando para temor de mis rodillas.

Francia, País Vasco, Madrid, Argentina... Me lleve mucho, se llevaron un poco de mí.

BUEN CAMINO PEREGRINOS.